Ocho consejos de un sacerdote experto para que sea fructífero
Nadie que haya consagrado cinco días de vacaciones a ir a un retiro lo ha lamentado jamás. Todos dicen que ese sacrificio valió la pena» dice el padre Pierre Descouvemont. Tiene 92 años, es sacerdote desde 1950, consejero de los Equipos de Nuestra Señora del padre Henri Caffarel (1903-1996) y autor de diversas obras de espiritualidad, como Jaque al diablo o ¿Se puede creer en la Providencia?
Buena parte de su experiencia de muchas décadas dirigiendo ejercicios y acompañando a laicos en su camino espiritual le han llevado a formular en Famille Chrétienne ocho sencillos consejos «para aprovechar mejor» esos momentos.
El padre Descouvemont, en una intervención en la cadena católica KTO.
1. Si es posible, elige un lugar que te guste, pero no te sientas obligado a irte al fin del mundo; uno puede apartarse de todo y retirarse sin ir muy lejos.
2. Hazlo esencialmente para agradar a Dios. Es Él quien será el más feliz durante esos días que dedicas el tiempo a escucharle decir que te ama y lo mucho que valora tu amor. Será tanto más feliz si lo haces solo por Él. Así nunca te sentirás decepcionado, porque en caso de que te aburras durante el retiro, ¡Él estará en cualquier caso encantado de verte allí!
3. Si el predicador no te gusta, no dudes en ir a verle lo antes posible. Dile con sencillez las razones de tu disgusto: es muy probable que ese encuentro te reconcilie con su forma de ser.
4. No esperes sentir grandes arrebatos en tu oración. Puede que lleguen, pero no son necesarios. Lo esencial es adoptar o retomar el hábito de hablar a Dios con la simplicidad de un niño, y de tener la alegría de encontrar las actitudes fundamentales que debemos tener ante Él: confianza, abandono, alabanza, adoración, contrición, ofrenda, intercesión, etc.
5. Desde el comienzo del retiro, escribe en un papel grande (o mejor, en un cuaderno) todas las razones que tienes para dar gracias a Dios por los innumerables regalos que te ha hecho desde que naciste. Dedica a ello un tiempo amplio, y comprenderás mejor por qué en cada misa se te invita a cantar que es “justo y necesario” dar gracias “siempre y en todo lugar” a tu Creador y Padre.
6. Si tienes alguna gran preocupación, o un rencor que no consigues disipar, busca en tu Biblia los pasajes que te permitirán vivir de otra forma esas pruebas o esa tentación, iluminándolas con la Buena Nueva del Evangelio. Si es preciso, pide que alguien te ayude a hacer este descubrimiento y a vivirlo.
7. Aunque el retiro no tenga lugar en un completo silencio –lo que creo que sería ideal-, mantén el silencio lo más posible entre una charla y otra, aunque solo sea para recibir la sorpresa que el Señor quiere hacerte durante el camino. Llegará cuando no te la esperes: durante una homilía que en principio parecía banal, durante un paseo o durante una comida… ¡Espérala con confianza! ¡No te defraudará!
8. En tu última confesión al final del retiro, haz una resolución concreta que pondrás en práctica desde el día siguiente del retiro, en particular sobre el momento de oración personal que decidirás incluir en todas tus jornadas. Entonces tu retiro será una etapa importante en tu camino hacia la santidad. ¡Y tus amigos tendrán ganas de hacer uno también!