El Papa denuncia los trabajos «forzados, injustos o mal pagados»
Pío XII instituyó la festividad de San José Obrero, a celebrar el 1 de mayo, en 1955. Al año siguiente, el cardenal Giovanni Battista Montini, entonces arzobispo de Milán y futuro Pablo VI, bendijo una estatua de San José y se la envió al Papa Eugenio Pacelli para que la bendijera él también durante su encuentro con la Asociación Cristiana de Trabajadores Italianos (ACLI). Se trata de una imagen de 150 cm de alto, fundida en bronce dorado por el escultor Enrico Nell Breuning, que se custodia en la sede romana de la ACLI y este viernes fue llevada hasta la capilla de la Casa Santa Marta para la celebración por Francisco de la misa del día.
En su homilía, el Papa recordó que Dios creó al hombre con una misión: «Gestionar, trabajar, llevar adelante la creación… hasta el punto de que el trabajo es la continuación del trabajo de Dios», es «aquello que asemeja el hombre a Dios, porque con el trabajo el hombre es creador, es capaz de crear, de crear muchas cosas, también de crear una familia para sacarla adelante”.
Por eso el trabajo es algo «bueno» que «crea la armonía de las cosas: belleza, bondad, e implica a todo el hombre, en su pensar, en su sentir, en su actuar. Todo el hombre se implica en el trabajar». «La primera vocación del hombre es trabajar», añadió, «y eso da dignidad al hombre, la dignidad que lo asemeja a Dios. La dignidad del trabajo”.
Sin embargo, la realidad es que muchos hombres «son forzados a trabajar para sobrevivir, nada más. Son esclavos. Son trabajos forzados, injustos, mal pagados«, lo que el Papa denominó como «la esclavitud de hoy» y «nuestra indignidad».
La «esclavitud laboral» no es algo solamente propio de «países lejanos», dijo Francisco: «Piensa en los jornaleros que trabajan por una retribución mínima y no 8, sino 12, 14 horas al día… Piensa en la empleada del hogar que no tiene retribución justa. Que no tiene seguridad social. Que no tiene derecho a pensión. Esto no sucede solo en Asia. Sucede aquí”.
El Papa denunció que «toda injusticia que se hace sobre una persona que trabaja es pisotear la dignidad humana, incluida la dignidad de quien comete esa injusticia». Y contrasta con la vocación de Dios, que es «muy bella: crear, recrear, trabajar».
Recordando que el Primero de Mayo se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Trabajadores, el Papa se unió a «hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, que conmemoran hoy la jornada del trabajador» y a quienes «luchan para tener justicia en el trabajo y a aquellos empresarios valientes que llevan adelante su trabajo con justicia, incluso si pierden”.
Finalizó la homilía pidiendo a San José que haya «trabajo digno y para todos».
Fuente: religionenlibertad.com